domingo, 1 de noviembre de 2015

Tras el rastro de nuestros abuelos: genealogía y memoria familiar en el siglo XXI

Es curioso constatar como a lo largo de nuestra vida las festividades y conmemoraciones adquieren un cariz distinto conforme avanza nuestra biografía. Quienes nos encontramos en esa etapa de la vida en la que, al cruzar frente a un espejo,  vemos pasar fugazmente a una señora de sorprendente parecido con nuestra madre, asistimos a la celebración de la festividad de todos los Santos con un sabor de boca agridulce, que se debate entre el recuerdo de quienes nos dejaron y el anuncio de esa nostalgia melancólica que irá creciendo en intensidad conforme se acerque la Navidad.

Es el momento de la vida en el que nos visita el recuerdo de conversaciones intrascendentes que mantuvimos en su día con padres, tíos o abuelos, a las que en aquel momento no prestamos mayor atención. Datos, nombres, detalles que nos asaltan con interrogantes que danzan en nuestra cabeza, cual crepitar del fuego en la chimenea durante una fría noche de invierno. Fotografías u objetos de nuestros padres que siempre estuvieron ahí y que ahora parecen cobrar vida como mudos testigos de biografías ajenas, cuya sombra de alguna forma teje nuestro propio historia vital.

Novela ambientada en la historia
de la última mujer decapitada en
Islandia. Título muy sugerente
para estas fechas.  Ver Reseña
Y es que el ser humano desde antiguo, en todas las civilizaciones, ha incorporado el recuerdo a los antepasados con rituales que conjuran el miedo a la muerte y al vacío que deja la marcha de nuestros seres queridos. Unas veces pidiendo su protección, otras asegurándose de marcar el camino para evitar inquietantes visitas desde el otro mundo. Mezcla de superstición y transcendencia, lo cierto es que el hombre de todos los tiempos y de todas las culturas, de una u otra forma, siempre ha necesitado ubicar su biografía en la trayectoria de quienes le precedieron, dando sentido a su existencia dentro de un clan o de un linaje (según la época). Obviamente mediaban evidentes intereses económicos relacionados con la transmisión de la propiedad, títulos u otro tipo de prebendas… pero el hecho de que hoy en día la investigación del pasado familiar cultive tantos adeptos constata la existencia de condicionantes más íntimos en esta inquietud.

Psicólogos, sociólogos y antropólogos han dedicado numerosos estudios a estas cuestiones, buscando explicación a la permanencia de trifulcas familiares mantenidas de abuelos a nietos, con anécdotas curiosas como las que recoge Martine Segalen en un interesante estudio sobre Memorias y Recomposiciones Familiares, en el que analiza los “bricolajes en la construcción del pasado” que realizan los hijos de familias con divorcios y segundas nupcias a lo largo de tres generaciones.

Mi agradecimiento a Beatriz Ares, maestra de
Reiki, quien me ha introducido en una
visión de la genealogía que yo desconocía por
completo. Más información.
No parece que en la sociedad actual el tema haya perdido protagonismo. El tratamiento de los desequilibrios emocionales provocados por asuntos no resueltos por nuestros antepasados ha dado pie a lo que se conoce como "psicogenealogía", amén de la "biodescodificación" y la "problemática transgeneracional" vinculada al "inconsciente del clan" en terapias para el tratamiento de enfermedades desde la orilla de la psicología y la espiritualidad. La popularidad de estos temas para el descreído ciudadano del siglo XXI es una prueba elocuente del interés por estas cuestiones. 

Ahora bien, “la cabra tira al monte” y yo confieso mayor inclinación por la vertiente que nos arroja en el rastreo del pasado y la recopilación de las huellas dejadas por la historia más reciente. Como asignatura pendiente tengo el ahondar en la historia oral como metodología para recopilar testimonios que, de otra forma, caerán en la noche del olvido. Reconstruir hechos tan traumáticos como nuestra Guerra Civil con estas fuentes requiere una especial cautela por la avanzada edad de quienes aún viven y por el recuerdo de lo acontecido desde valores y planteamientos actuales, cuando la narración llega en boca de sus descendientes. Indagando sobre estas cuestiones me encontré un interesante trabajo titulado Memoria Familiar y Mito: la Resignificación del Pasado, basado en un ejercicio de historia oral que analizaba mitos familiares en la narración de dos artesanas mejicanas sobre un conflicto acaecido en el pasado por la compraventa de un terreno.

http://memoriahistorica.org.es/

Más allá del ámbito estrictamente familiar, el impacto de sucesos traumáticos sobre la memoria colectiva ha sido sobradamente estudiado en diferentes países y épocas. En España es conocida la trascendencia de la denominada “memoria histórica”, con una vertiente académica, social y legislativa. En el primer plano hay toda una corriente historiográfica impulsada, entre otros, por Julio Aróstegui, primer director de la Cátedra «Memoria Histórica del Siglo XX» de la Universidad Complutense de Madrid. A pie de calle, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ha recopilado cientos de historias familiares, desde que en octubre del año 2000 se descubriera la primera fosa republicana en la localidad leonesa de Priaranza del Bierzo. Desde entonces, la exhumación de restos en distintos puntos de la geografía española  ha promovido un movimiento a favor del reconocimiento de las víctimas del franquismo que culminó con la aprobación, en diciembre de 2007, de la Ley de Memoria Histórica

Índice y presentación
Tema polémico por la instrumentación política de la iniciativa y objeto también de debate entre los propios historiadores, con voces discordantes entre la que tuvo especial eco la de Santos Juliá, que recelaba del concepto “memoria histórica”, basado en recuerdos personales que podrían distorsionar la reconstrucción de lo que realmente ocurrió. Juzga por ti mismo a través del libro dirigido por el autor, coincidiendo con el debate previo a la aprobación de la Ley, titulado “Memoria de la Guerra y del Franquismo”.

Lo cierto es que, al margen de adeptos y detractores, en las últimas décadas ha habido una inquietud por recopilar historias de familia con multitud de iniciativas de todo orden y condición que merecerían por si solas un post específico en este blog. Mencionaré solo, por mis pesquisas personales, el tesón de historiadores locales que, como Arcángel Bedmar, han recuperado del olvido cientos de historias. En este caso, fotos familiares de maestros, jornaleros, militares y otras víctimas en la provincia de Córdoba ilustran narraciones rescatadas por su blog y en distintas publicaciones, aportando datos que en algunos casos plantean interrogantes sobre lo dicho hasta ahora.

Blog de Arcángel Bedmar
Historias anónimas con relevancia para historiadores, pero que marcan puntos de ruptura en la historia de muchas familias. Casos desconocidos, incluso para sus propios familiares, como la historia del guardia civil que salvó las vidas de los dirigentes del centro obrero de Albendín y que Bedmar recoge en el libro “Patriota era, y patriota soy” sobre la investigación realizada a partir de la conversación con uno de sus alumnos, nieto del protagonista.

A poco que excarvemos en nuestra historia familiar seguramente encontraremos anécdotas insospechadas, aunque probablemente en un ámbito mucho más cotidiano.  Hechos traumáticos (o felices) que de alguna forma marcaron la trayectoria de nuestros mayores, e indirectamente la nuestra.

Foto: ARMH
La indagación en el pasado familiar no siempre es tan difícil como parece. Lo sepamos o no, en casi todas las familias suele haber alguien especialmente interesado en estos temas que conserva fotos, o recortes de prensa, por puro azar o por vocación. Documentos familiares con los que nos podemos topar y cuyo valor es difícil de interpretar sin datos que pueden aportar otros miembros de nuestra generación o de generaciones anteriores. 

El interés del pragmático ciudadano del siglo XXI por indagar en su pasado familiar se hace patente en la cantidad de  servicios de genealogía ofertados vía Internet (con seriedad y rigor profesional muy dispar). Por otra parte, el avance en la digitalización de archivos públicos abre la puerta a investigaciones personales que nos permiten a golpe de clic recuperar información sobre nuestros mayores, de difícil acceso hace unos años. 

Si te interesa el tema, te daré pistas sobre cómo comenzar a indagar. Ahora bien, una cosa es tirar del hilo de tus ancestros inmediatos y otra muy distinta completar más allá de cinco o seis generaciones tu árbol familiar. La genealogía es una ciencia muy compleja y seguir la investigación más allá de 1870, cuando no existían los registros civiles, es posible, pero requiere conocimientos algo más especializados para eludir falsos positivos que reconstruyan una historia familiar tan completa como falsa. 

Mariposas, lamparillas y velillas
Un post entrañable sobre esta tradición. 
En cualquier caso, está en tu mano completar la historia familiar más cercana pudiendo compartir tus hallazgos con allegados que tal vez en este momento no conozcas, pero que podrían tener inquietudes similares. En plena era de las redes sociales, hay además herramientas que facilitan la ardua tarea de documentar y actualizar la información que vayas recopilando.

Prometo facilitar pistas para comenzar. Ya decidirás tú el nivel de exhaustividad que requieres. Especialmente si te encuentras entre los que, aún hoy, buscan en las droguerías esas mariposas de aceite con las que nuestras abuelas por estas fechas recordaban a sus muertos. Y en el camino, podría ocurrir que te tropezaras con familiares vivos a los que les perdiste la pista... o se la perdieron tus padres.

[Continuará]

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