lunes, 23 de abril de 2018

La importancia del idioma como materia prima

Para conmemorar el Día del libro multitud de artículos nos hablan sobre la evolución de este viejo amigo, al tiempo que proliferan listas de lecturas que buscan incentivar un hábito del que parece que nos aleja nuestra ajetreada cultura digital. Sin embargo pocas veces aprovechamos la ocasión para reflexionar sobre la importancia de su materia prima, el idioma. Y es que en casos como el de la lengua española, su valor va más allá de la obvia capacidad como instrumento de comunicación, entrando de lleno en el campo de la economía al constituir uno de nuestros principales activos, con un potencial del que probablemente no somos conscientes.

Es un hecho que con frecuencia nos cuesta valorar lo familiar y cotidiano. No iba a ser de otra forma en algo tan nuestro como ese idioma con el que aprendimos nuestras primeras palabras, en el que pensamos y con el que nos comunicamos a diario. Tal vez no seamos conscientes de que la lengua en la que estáis leyendo nos permite comunicarnos con ocho personas de cada cien que habitan este planeta. Ni tampoco que en veintiún países este es el idioma oficial, lo que no solo nos simplifica la estancia como turistas, sino que amplía nuestro potencial mercado laboral o el horizonte del negocio, en el caso de que probemos suerte como emprendedores. Un privilegio del que no disfrutan todos los hablantes de esas aproximadamente siete mil lenguas que comunican a los seres humanos que habitan este planeta. 

Y es que el español es el segundo idioma por importancia en el panorama internacional. El inglés, como el latín antaño, es en efecto la lengua franca de la cultura dominante. La tecnología, dios de la economía digital, se escribe en este idioma y el peso de la comunidad anglófona es hoy por hoy indiscutible. Por su parte, el chino es el idioma  con más hablantes nativos. Pero si ponderamos el peso del idioma no solo por cuestiones demográficas, como el número de hablantes o los países en los que es lengua oficial, con el volumen de exportaciones, reconocimiento como idioma oficial en foros como la ONU y traducciones con origen y destino en el español, nos encontramos con que ocupa el segundo puesto, después del inglés, y ganando posiciones.

El idioma en la escuela estadounidense. Datos 2014.

En la actualidad cuenta con la friolera de 572 millones de hablantes, de los que 477 tienen el español como lengua materna, más de 21 millones estudian nuestro idioma y casi 74 millones tienen un dominio limitado, es decir, lo comprenden aunque no lo hablen con fluidez. Ignoro si en este último grupo se contabilizan los estudiantes de algunas comunidades autónomas que no priorizan precisamente en sus planes educativos el aprendizaje del español, pese a su proyección objetiva.

Hispanohablantes en EE.UU. Censo 2010.
Bromas aparte, lo cierto es que se estima que en 2060 Estados Unidos será el segundo país hispanohablante del mundo y en la actualidad, incluso en ciudades emblema de la cultura anglófona como Londres o Nueva York, es el segundo idioma en el que tuitean sus habitantes. Se estima que el español va a experimentar a lo largo del siglo XXI un crecimiento exponencial, impulsado por la demografía y cuya presencia en el panorama internacional se apuntalará a medida que la comunidad hispanohablante se incorpore a la sociedad digital, un camino ya iniciado pero que aún no ha llegado a su máxima expresión. No obstante, ya hoy países como el Reino Unido consideran al español la lengua con mayor proyección para el futuro y en el ámbito europeo está desplazando al francés o el alemán como segunda lengua.

Todo ello, tiene repercusiones económicas directas o indirectas. Pensemos en algunos datos:

  • El programa Erasmus nos convierte en el país favorito de los estudiantes procedentes de 32 países europeos. ¿Motivo?: nuestro idioma.
  • El denominado factor “ñ” multiplica por cuatro las exportaciones bilaterales entre países hispanohablantes, cuya contribución al PIB mundial es del 6,4%, superior al de países de habla alemana o francesa.
  • Nuestra industria editorial es una de las más potentes, de hecho España es el tercer país exportador de libros del mundo y uno de los principales sectores por su aportación al PIB nacional. En el ámbito de las traducciones es el tercer idioma destino y el sexto desde el que se traduce a otras lenguas.
  • El 7,7% de los internautas se comunica en español y consume contenidos en español. Por otra parte, el desarrollo en los próximos años de la inteligencia artificial es mucho más que una promesa. ¿Cuál es uno de sus pilares?: el desarrollo y aplicación de tecnologías del lenguaje. Será difícil ignorar el español, teniendo en cuenta su mercado potencial. No hay solo músculo demográfico, el poder adquisitivo (por ejemplo) de la comunidad hispanohablante en EE.UU. comienza a crecer lo suficiente como para tener muy presente su demanda potencial en particular para la economía digital.
  • Dentro de la industria de la cultura, en países como España, los contenidos en su lengua nativa aportan directamente un 3% del PIB nacional.


En definitiva la lengua es un activo inmaterial con relevancia económica que trasciende a las actividades directamente relacionadas con el idioma, como puedan ser los servicios de traducción o  enseñanza. Otros sectores persiguen fines diversos, pero utilizan la lengua como materia prima esencial. Con esta perspectiva un informe elaborado por Fundación Telefónica cifraba en 2007 el valor económico del idioma en casi un 16% del PIB español,  generando casi 3 millones y medio de empleos en nuestro país. Por ello este trabajo recogía la convicción de que el idioma es, en el caso del español, el “mayor y más valioso activo intangible que tiene la economía. La siguiente infografía sintetiza alguno de estos datos y de las cifras que presenta el último informe del Instituto Cervantes titulado El español: una lengua viva. Informe 2017



Si en el siglo XVI la primera lengua romance en independizarse del latín vivió su Siglo de Oro, con el salto al otro lado del Atlántico, todo apunta a que en el siglo XXI el español volverá a convertirse en “idioma de moda”, esta vez impulsado por los vientos de Internet. Sin embargo, no todo son luces en cuanto a la presencia en el ámbito internacional:

  • En primer lugar, el peso del español en la comunidad científica está muy lejos de ser equiparable con el porcentaje de hablantes a escala mundial. Los textos en español tratan principalmente de robótica, ingeniería de la construcción y biomedicina, tres campos en los que sobresalen publicaciones en nuestro idioma. En ellos despuntan nuestros investigadores, pero no son los únicos. 
  • En segundo lugar, pese a que el español es el cuarto idioma oficial en la Comunidad Europea y el tercero en la ONU, apenas se utiliza como lengua de trabajo en los foros internacionales
  • Por último,  se encuentra la batalla por la presencia en Internet, donde es preciso lograr que los motores de búsqueda otorguen mayor visibilidad a los textos en nuestro idioma. Junto a ello es preciso dar el paso desde el perfil de meros consumidores al de contribuidores en la economía digital, de la mano de la tecnología.

Para todo ello las políticas lingüísticas pueden actuar como factor de dinamización o de retardo. Pongamos un caso práctico. En Wikipedia los textos en español se encuentran por detrás de la aportación de idiomas como el cebuano, una lengua que se habla en Filipinas por parte de 21 millones de personas y que es la tercera en número de entradas, por detrás del inglés y el sueco. No cabe interpretar el dato únicamente sobre la especial fecundidad intelectual de los autores filipinos. Es un hecho que el impulso de políticas que reconocen la importancia del idioma es esencial en este y otros ámbitos.  Volviendo a la Wikipedia, por su aportación de entradas el español se encuentra en el noveno lugar, aunque por las consultas que se realizan en nuestro idioma ocupemos la sexta posición.

Anuario publicado desde 2010.
Desde esta perspectiva, entre las luces del español se encuentra un modelo de evolución conocido como panhispanismo, que ha permitido incorporar nuevas voces con distintos orígenes, pero dando lugar a escasas variedades dialectales, si lo comparamos con otros idiomas como el chino. 

Por otra parte, dentro del estado español durante siglos han convivido distintas lenguas, fruto de la riqueza y pluralidad cultural de la Península Ibérica. Algunas, como el euskera, tienen el mérito de haber sobrevivido a los romanos, aunque el afán de normalización artificial corre el riesgo de sacrificar dialectos centenarios a manos del denominado "batúa", ese nuevo esperanto usado como idioma común para la enseñanza y la Administración Pública,  pero que dificulta la comunicación en su lengua nativa entre una abuela vizcaína y su nieto educado en una ikastola. Me pregunto, por ejemplo, si dentro de dos generaciones se seguirá hablando en Lequeitio la variante del vizcaíno que conocieron sus tatarabuelos. Y en otras comunidades el afán por incentivar la lengua nativa está llevando a retirar artificialmente de la escena pública el castellano, pese a que la convivencia de lenguas ha sido siempre un hecho cotidiano para sus afortunados ciudadanos, multilingües desde el nacimiento. 

Con ello se convierte el idioma en un instrumento de reivindicación, olvidando su cualidad principal como vehículo de comunicación que amplía horizontes. La lengua no es propiedad de los estados, sino de sus hablantes. Su valor trasciende a lo material, pero que se traduce en beneficios tangibles. La comunidad hispanohablante dispone en la economía digital de nuevas oportunidades si se apoya, precisamente, en el idioma que les une y en la pluralidad de las culturas que aglutina. Por definición la cultura es integradora y las políticas lingüísticas deberían capturar oportunidades, más que imponer restricciones o interferir en su desarrollo natural. No es una cuestión de opinión, son datos objetivos. Como decía Saint-Exupéry por boca del Principito, los adultos somos seres que necesitamos manejar cifras para tomarnos la realidad en serio. Y el último informe sobre el uso del español publicado por el Instituto Cervantes es muy claro en sus conclusiones. 

¿Perderemos la oportunidad de sacar partido a un bien económico que se revaloriza solo con el uso?.


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