domingo, 2 de octubre de 2016

Letras clandestinas y cultura de trastienda: fotograbado de la censura franquista.

Desde abril y hasta finales del mes de octubre la Imprenta Municipal de Madrid da voz en la exposición “Letras clandestinas” a distintos colectivos protagonistas en el franquismo de una cultura proscrita desde 1939 hasta 1976. Otra cara de la censura que incide más en las formas de expresión del pensamiento disidente que en los mecanismos de coacción articulados por el Régimen. La exposición, comisariada por el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense, Jesús A. Martínez Martín, recopila una interesante muestra de materiales organizados en distintas secciones al objeto de recrear una cultura impresa no siempre reflejada por la bibliografía sobre la censura.

Más allá de obras que en su momento fueron secuestradas y denunciadas, se recogen textos procedentes del extranjero en un momento en el que la cultura se convirtió en un arma de resistencia. Es el caso de la célebre editorial Ruedo Ibérico, fundada en 1961 por españoles refugiados en París que lograron publicar más de un centenar de obras destinadas a distribuirse, de forma clandestina, por nuestro país. También la editorial Losada consagró su actividad a publicar desde Argentina toda la obra literaria de la Generación del 27, cuyo catálogo terminó burlando la censura, tras ser prohibido en España. Portadas secuestradas, obras denunciadas nos observan desde las vitrinas dando fe de un tiempo en el que publicar un libro podía constituir una actividad de riesgo. 



Una disidencia editorial que esgrimió el libro político como arma de resistencia frente al discurso oficial y que, cual agua en una gotera, terminó por colarse en la trastienda de las librerías y en la calle, a través de las múltiples fisuras de las que adoleció la censura franquista. Por ello, la exposición muestra el testimonio de las más variopintas artimañas para burlar el control policial, desde pies de imprenta falsos hasta portadas trucadas que no pueden dejar de arrancar una sonrisa al visitante cuando encuentra, por ejemplo, textos del célebre líder del partido comunista, Vicente Uribe, camuflados en unos inocentes Ejercicios Espirituales para el Año Santo.

Inauguración de la exposición.
"Letras escondidas" y "letras cautivas": las primeras, ocultas en sofisticadas falsificaciones, las segundas, protagonistas de una cultura fraguada en cautividad desde la soledad de una celda.  DNIs y pasaportes falsos, como el de Santiago Carrillo, oculto bajo un inofensivo Alfredo Solares, tampones ocultos, mensajes cifrados, dignos de una trama de misterio, miran con descaro al visitante, ahora sí, a plena luz del día. Y en la otra cara de la moneda, textos manuscritos, redactados desde la cárcel, cuidadosamente ilustrados con una llamativa iconografía que potencia la elocuencia de un mensaje doblemente clandestino. 

Dibujos en los que los presos daban rienda suelta a su creatividad, como la “tertulia mañanera en la celda cien” que conmueve por su expresividad. Verdaderas obras de arte que tomaron vida de la mano de aquellos reclusos que buscaban a partes iguales distraer el tedio de horas interminables, ahuyentar la ausencia de sus seres queridos y alentar a sus compañeros a la resistencia, a través de una cuidada caligrafía en poemas, informes o periódicos manuscritos que terminaban circulando por los más ingeniosos cauces.

Años en los que se propició una cultura de trastienda, donde minervas, ciclostiles y vietnamitas dieron voz a una disidencia activa cuyo vehículo fue la palabra impresa. La muestra recrea aquellos espacios clandestinos que no pocas veces terminaban siendo incautados por la policía, amén de los secuestros de ediciones que acompañan con el quebranto económico eventuales penas de cárcel y sanciones adicionales.

Y puestos a evocar aquella época, desfilan ante el visitante multitud de colectivos: universitarios y mujeres, asociaciones vecinales y nacionalistas,  soldados y creyentes, partidos en la clandestinidad… con distintos grados de militancia y muy distinto discurso, todos ellos tenían en común el representar puntos de vista alternativos al mensaje oficial y buscaron la forma de hacerse oir, no solo a través de libros y revistas, sino también de lo que la exposición denomina “letras panfletarias”, es decir, literatura efímera plasmada en folletos, hojas sueltas, carteles y pintadas en la calle. 

Fuente:
Biblioteca Digital Memoria de Madrid
Un plano de las imprentas clandestinas en la capital entre 1939 y 1951 ilustra el vigor de esa cultura paralela que se desarrollaba en un país de doble fondo, charlas de trastienda, habitaciones ocultas y doble fondo en las maletas. Los primeros números de publicaciones como  “La mujer en marcha”, “Cristianos por el socialismo”, “El soldado. Portavoz de la Unión Democrática de Soldados” son algunos de los ejemplares que a un visitante poco familiarizado con la época pueden sorprender, al tiempo que los expositores dan fe de los conflictos, que también en aquella época, protagonizaron distintos sectores de la izquierda articulados en formaciones políticas con distinto grado de combatividad. 

Al tiempo se evocan aquellas entrañables lluvias de octavillas en las fábricas y los barrios de trabajadores del cinturón urbano de Madrid, donde entidades vecinales comenzaban a organizarse ya desde los años sesenta, como la Asociación de Vecinos de Aluche, que comenzaba a aglutinar por aquel entonces  a distintos colectivos artísticos para desarrollar una actividad de difusión cultural que hoy en día continua desempeñando. 

Años convulsos cobran vida con las revueltas universitarias, dentro y fuera de nuestras fronteras, los disturbios de mayo del 68, el inminente retorno de una monarquía no igual de legítima para todos, la Guerra del Vietnam, la Guerra Fría o la muerte de Hồ Chí Minh, convertido en icono de la resistencia ante el “amigo americano”, terminan de retratar aquellos años en blanco y negro, donde los primeros televisores y el emblemático 600, empujaban a los ciudadanos a pensar que todo estaba cambiando en un país empeñado en que todo siguiera igual el mayor tiempo posible. 

La Imprenta Municipal
en la década de los 30
Y como colofón, la muestra recoge el testimonio en vídeo de algunos editores, políticos, militantes del PCE y otros protagonistas de aquella cultura clandestina que en mayor o menor medida sufrieron en carne propia el zarpazo de la represión física o el exilio. Minutos de descanso para el visitante que permiten reflexionar cómodamente sentado en un banco frente al audiovisual donde un anciano Óscar Alzaga o Nicolás Sánchez Albornoz, le cuenta desde el salón de su casa las peripecias de una época felizmente pasada.

En definitiva, la exposición evoca a través de sus restos materiales una cultura que no por clandestina dejó de configurar la realidad de aquella época. Paseando por el edificio de la Imprenta Municipal, uno de los más bonitos ejemplos de la arquitectura industrial de la II República, no pude evitar parafrasear en mi mente la frase bíblica: “y la palabra se hizo texto y habitó entre nosotros”.

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LUGAR: Municipal - Artes del Libro. Sala de exposiciones temporales de La Imprenta. C/ Concepción Jerónima, 15.
FECHA: 28 de abril de 2016 - 30 de octubre de 2016
HORARIO: Martes a viernes: 10:00 a 20:00 h. / Fines de semana: 10:00 a 14:00 h. / Cerrado los lunes.


Díptico de la exposición.

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